31 jul 2008

conectarte con el dolor

desenchufado, unplugged, acústico, orgánico, en frío.

Hace tiempo me desconecté, me volví un robot. Es mejor no sentir cuando el dolor ha sido demasiado... por tanto tiempo. Herir que ser herido. despreciar a ser despreciado. Que les duela a los demás, no a mí. Rechazar a ser rechazado.

Pero algo, hace unos días, me reconectó con el dolor. Algo se desgarró en mi estómago, en mi corazón. Algo destruyó mi concepto de lealtad. Los hombres a veces te hieren; la mayor parte del tiempo no saben -ni sabrán- cómo ni porqué. Será un error en la comunicación. Será que en efecto dejaron de quererte. Será lo que tenga que ser.

Uno o una, se va a costumbrando al dolor. Aprendemos a cicatrizarlo a nuevas velocidades. A llorarlo con calidad y no cantidad. A dedicarle días al estado depresivo. Te voy a llorar de 18 a 23 hrs. Porque no me puedo desgastar en un horario distinto. Estoy muy ocupado con maestría y trabajo. Es más, te voy a llorar los jueves de 6 a 11 pm (únicamente). Porque el viernes salgo con mis amigos. Porque el sábado tengo clase de yoga en la mañana. Porque en la tarde comeré con mis papás. Si encuentro un momento en el transcurso del día, te lloraré. Pero me repongo de inmediato porque no te puedo estar dedicando tantas lágrimas. Esto es para recordar que soy humano y no robot. Pero estoy aprendiendo a combinar mi parte orgánica con mi parte máquina. Estoy aprendiendo a apagar el switch del dolor. Así, cuando quiero, lo enciendo y te lloro una vez más.

Así me ha sido más facil dejarte ir. Y el botón rojo de emerencia es para cuando no te quiera soltar. En automático te perdono. Te libero. Te lloro y te dejo ir una vez más. Y regia, me levanto en diva robot. Como Storm trooper. Encerrado en la armadura que me desconecta del mundo de los humanos sensibles.

Ayer deje de ser robot. El dolor era un recuerdo en mi memoria. Me volvi frío. Insensible. No extraño, no necesito, no busco. Simplemente me di cuenta que yo no soy así. No sé preparar café, ni me baño los domingos. Lloro una vez al mes y cuando menos aún respiro. No tienes que decirlo, no vas a volver... te conozco bien.

Pero todo el mundo hiere alguna vez. Y todo el mundo llora algunas otras.
Así que no me dejaré caer.

Ya son las seis, es jueves. Así que me toca llorarte un poco. Regreso en 4 horas, tal vez no vuelva y me encuentres embriagado en algun lugar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

LLORAR A LÁGRIMA VIVA...

Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Oliverio Girondo.

Besos, Sally

Muegano. dijo...

Robot, dejar de sentir, endurecer, hacer costra, callo...y finalmente despertar...ojo, no para no sentir jamás, sino para sentir algo más grande! ;)

sIRNe dijo...

me gusta como siempre... pero no sentir... aun sintiendo dolor el sentir te hace ser.. tu nunca debes dejar de ser... te extranio