10 abr 2006

Motor de improbabilidad

Imagínemos que de todas las situaciones de la vida, de todo lo que nos sucede a través del tiempo, las azarosas casualidades y las diversas causalidades en realidad todas tienen un porqué. Aunque lo difícil, raro, exótico existe cuando nos damos cuenta que -de todos los escenarios posibles-, no sucede el mejor, ni el peor sino el más improbable.

A mi a veces me da la impresión de que cada día que me despierto, junto a mi buró hay un botón que activa el motor de improbabilidad. Entonces cada que salgo sucede que chocamos en el estacionamiento de un oxxo a menos de 20 km/h, o que soy despedido la noche de un lunes y al siguiente día que voy a recoger mis cosas, pareciera que todos sufrieron de amnesia y no había ningún despido. Lo más raro aún es que casi toda la agencia se enteró. Lo más improbable es un ataque colectivo de amnesia, y parece que eso fue lo que sucedió.

Es improbable que nuestros padres tuvieran hijos gays, es improbable abrir una puerta que de pronto nos deposite en otra galaxia o en otro tiempo. Es improbable ganar un amparo cuya única posible solución, es un milagro. Es improbable, más no imposible.

Y entonces el sábado estaba dormido, disfrutando de mis vacaciones cuando el dichoso botón me llevó a una fiesta improbable. Terminamos platicando sobre la interacción y compatibilidad de nuestros signos zodiacales y derivamos en algunos issues personales, desamor y otras improbabilidades. Será que el amor no es para este grupo de veintitantos, será que nos sentimos sólos y tratamos de llenar esos vacíos emocionales.

Fue así que se me develó la improbabilidad. No hay siempre, no hay nunca. Hay improbabilidad. Es como una ecuación de Einstein (Ns)(nN)=I. Y mientras reíamos y compartíamos nuestros vicios de carácter y presumíamos quien sabía más de que horóscopo, fue que me encontré ahí en medio, entre cosmos y manhattans en un bar de siempre en cualquier esquina de la ciudad de Nueva York. Charlotte nos contaba sus anécdotas de amor y Miranda se supo burlar bien de "la regeneración del himen". Samantha develó su disfraz y se asumió esquiva -como pez- en las cuestiones del amor. Para nuestro querido Stanny (Dams, o la mejor amiga buga del grupo gay) la noche tomó tintes trágicos y dolorosos cuando un curioso detonador le sacó unas gotas de sus ojos.

Por el caso de Susana, Carlos, Irais, nos enseñaron sus lecciones sexosas, incluso alguien se llevo una lección de besos sabor a takis. También hubieron clases de coctelería y lo mejor fue saber que nuestros problemas los compartimos por cuestiones generacionales con hombres, mujeres, bugas, gays. Todos pasamos por depresiones, trastornos de alimentacion, manías psicóticas y lo compartimos por ser humanos, aunque algunos vengamos de una galaxia lejana y el motor de improbabilidad nos haya traido hasta aqui un día. Such is life.

Y que tal que nos pasara, de todo, lo más improbable. Si por cada 5, 520, 899,407 de opciones tenemos sólo una probabilidad de que suceda eso tan improbable; lo verdaderamente raro y exótico sería darnos cuenta de que ese mismo número es nuestro número telefónico. O quizá es el teléfono de aquel ligue que no nos volvió a responder después de una noche intensa pero que lo dejamos por si acaso escrito en un post it en el cajón de la cocina.

Después de intentar la falda talla 29 y las botas Manolo Blanhik, el alcohol ya había hecho de las suyas. El alcohol se acababa así que decidimos continuar en casa de Stanny. Miranda decidió que Charlotte también pudo ser Donna Martin en Beverly Hills 90210. Ahí entendí que entonces yo pude ser Kelly, pero lo improbable fue haber sido Carrie Bradshaw por esa noche, nadie escogió ese personaje, por lo cual me lo decidí poner.

Todo fue improbable, pero me gusta ser Carrie por algunos momentos y tener cerca a este grupo de solteras de veintitantos.