Mi perro se llama Kiefer. Mis hermanas y yo decidimos bautizarlo así en honor a Kiefer Sutherland -sí el actor de 24, línea mortal, los muchachos perdidos, ex esposo de Julia Roberts. Aun años antes de que llegara a nuestras vidas ya tenía nombre. Cuando cumplió un año aproximadamente, lo apodé Fofi. Aunque cursi y raro para un perro como él (Schnauzer enano y totalmente antisocial) entendió perfectamente que su nombre de cariño era Fofi y su nombre verdadero era Kiefer.
Así conoció su primera palabra clave. Fofi es para cuando lo quieres apapachar y consentir. Cuando quieres que te acompañe, cuando está de faldero para todos lados contigo. Fofi es para cuando te despides porque te vas de viaje por largo tiempo. Kiefer es para hablar de cosas serias. Enseñarlo a vencer su esquizofrenia, la misma que le impide comer cuando se le sirve. Regañarlo cuando se orina en la cocina. Hablarle fuerte cuando lo llevamos al veterinario.
Fofi la pelota. Entre otras cosas divertidas, el Kiefer es super fan de las pelotas. Un día en el parque se metió a jugar con unos chavitos de 8 años y les robó la pelota. La escena fue tan burda y divertida a la vez que casi le dicen que se quede de portero. Chiquitas, grandes, redondas, ovaladas, azules, amarillas, verdes, de rayas, ajenas, propias, frutas falsas de plástico, calcetines viejos, todo lo que este en facultad de convertirse en pelota le sirve. Hasta las de los hijos vecinos que se quedan atoradas entre las ramas. Fofi ladrará hasta que un incauto descubra que su atemorizante, escandaloso y estridente ladrido es para obtener su tesoro más preciado: sus pelotas.
Es tan egoísta como yo. Siempre te hará una mala caras, siempre tiene para ti un gruñido y no es amistoso. Pero si traes una pelotita (de preferencia pequeña de plástico y con un chillido cuando las aprietas) automáticamente te lo echas a la bolsa. También te querrá si traes botanas, o si le das galletas marías.
Lo divertido es que pocos lo saben. Al Kiefer no lo puedes tratar como al resto de los animales. No le puedes tocar la cola porque te lanza la mandíbula. No puedes acariciarle la cadera trasera porque te muerde. Y esto, pese a que muchos creen que es un perro salvaje y hostil Fofi tiene larga historia. Su padré Gastón, era un semental, la última vez que lo vimos seguía rodeado de su familia e hijos completo. Un perro de buen tamaño y con una clase inusual.
Kiefer fue el último cachorro de la camada. Su madre enloqueció un poco y estuvo a punto de comérselo. Ya saben que de pronto las perras enloquecen. Bitches gone crazy. La dueña de Gastón, tuvo que separar a Kiefer porque no había recibido alimento suficiente de su madre, lo tuvieron que destetar muy joven, darle de comer con una mamila y alejarlo de su hogar lo antes posible.
Fue así como llego a nuestra casa, tres meses después de nacer. Su recámara era el baño del cuarto de servicio pero no dejaba de ladrar. Creo que desde entonces nos manipula con sus ladridos. Lo que pasa es que para Kiefer era necesario instalarse dentro de la dinámica familiar de la manada. Nada de azoteas inhóspitas o garages solitarios. Un día Fofi se cayó de la azotea. Tuvo una fractura en la cadera derecha. Aunque el daño fue menor, y gracias a que sus huesos eran jóvenes aún, la fisura se reparó pronto. Creemos que inconscientemente la herida no ha sanado porque es prácticamente imposible que nadie le toque esa parte de su cuerpo sin que se enoje o muerda. Incluso cuando sube las escaleras cojea ligeramente con la pata inferior derecha.
Así que conociendo un poco de la historia personal de mi perro les contare las palabras claves con que juntos nos divertimos:
“A la calle Fofi”: Palabra que se repite cada mañana, aproximadamente 8 am desde hace 7 años en mi casa. Fofi da vueltas sobre su eje. Ladra sin parar. Persigue su cola. Muerde mis tenis (o los de quien lo vaya a sacar) sube las escaleras, baja y ladra más fuerte cuando escucha su cadena. Este ritual no para hasta que te ve con la cadena en tu mano derecha, la bolsa de plastico en la izquierda y tus tenis en los pies.
“Tu collar”: si por alguna razón alguien le quitó el collar con su placa y este desaparece a la mañana siguiente, Kiefer tiene registrado en su cerebro la asociación entre el olor de su collar y la palabra para empezar a olfatearlo. Siempre lo encuentra con éxito.
“La cadena”: mismo caso, aunque la cadena no la olfatea esta siempre esta en el mismo lugar… bueno bajo algunas excepciones si la ha encontrado.
Pelota: Prohibido usarla si no quieres que se separe de ti en toda la tarde y te traiga pelotas (de no se donde) para que se las avientes. Esto se repetira en ciclo infinito durante todo el tiempo que te mantengas cerca de él.
“quien llegó”: Si escucha el sonido de un auto o la puerta, y lo acompañas con un “quién llego” Kiefer se subirá al sillón del estudio para asomarse por la ventana, ladrara fuerte y bajara corriendo a la puerta para ver quien llegó. Si resulta falsa alarma, un par de ladridos más, un gruñido y regresara a su actividad previa. Si hay alguien tras la puerta, rascara hasta que se le habrá. Si sabe que es un miembro de la familia empieza a ladrar fuerte con llanto y en ocasiones hasta aúlla.
“Koala”: Cuando esta jarioso, Kiefer se da a un koala de peluche que Pancho, el exnovio de mi hermana, le regalo en alguna ocasión. Digamos que es su “novia”. Lo curioso es que solo necesita escuchar la palabra Koala, para empezar a darle con enjundia. Mejor que se arrime a las piernas de los invitados, que no?.
Tu hueso, sirve para que busque su carnasa en turno, también entiende agua y a comer. Mi perro es bastante básico. Basta con tener sus necesidades satisfechas. Pero también es bastante evolucionado porque además de cubrir lo básico -comida, agua, techo donde dormir, sexo o reproducirse- le gustan los masajes, los brócolis, amanece e invariablemente hace sus saludos al sol, es super inteligente.
Lo único que le falta es hablar y fumar. Yo creo que en su próxima vida será humano. Por lo pronto, mañana se va de vacaciones, es la primera vez que se va de casa, así que ya les contaré como regresa.
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Hace 9 años.