4 mar 2008

aquí están las pinches llaves (parte II)

2:00 am
Ayer soñé con Juan Carlos. Estabamos en la agencia. Al llegar la recepcionista me saludó con sorpresa, luego escuché la voz de Ale del otro lado. Después entré al cubículo de Mariana y aunque me saludó con indiferencia me invitó a pasar. Él estaba de espaldas y vi su perfil, pero también entré con desdén.

Después salí y estaba fumando con Ale. Me le quedé viendo, él me miro. De fondo la canción... y me sentí tan especial... me olvidaste... por mi parte... que mediocre.

Fue de esos sueños que parecen normales. Como si soñaras algo que pasa en realidad.

8:45
Horas antes, en la clase de yoga. Le pregunté a Reina una vez más por las llaves. Ella, un poco distraida, reiteraba que no las había visto. De los vestidores, salió Valeria. 30 años, delgada, no guapa, no fea. Disculpa ¿qué llaves? - preguntó. Perdí las llaves de mi auto hace dos semanas...

Duendes, pensé. Esta pendeja se llevó mis llaves.

Es que... ¿qué crees? en la maleta de mi tapete había unas llaves... -comentó. Obviamente se llevó bolsa equivocadala san pendeja lo peor es que no es posible que ni de eso se haya dado cuenta.

En fin te las regreso el miercoles o las dejo con Reina.

¿Será uno de esos encuentros kármicos? Su hermano tiene el mismo llavero, ¿deberé preguntar si es gay? Al menos pregunté su nombre. ¿Tendrá un simbolismo místico?, ¿será una nueva puerta que se abre? Será importante estar pendiente de recibir las llaves... tu sabes para abrir las puertas...

O es simplemente eso, una casualidad. Empeñarnos en lo causal sería menos ocioso, ¿o más quizá? Mientras no sea la llave del pasado...

¿Qué nos tratará de decir el mundo con estas cosas?

el tiempo pasaraá, el sol se acabará... y todo lo que sentiste fue normal

Entré al Sports World el domingo por la tarde. Iba con mi hermana y para su suerte se encontró a Jaime, su cliente. El muy gay, me barrió tan hostilmente que en una de esas podíamos pensar que quería algo más. Lo bueno es que soy mucho mas guapo e interesante que él. Lo saludé de mano y entramos a la clase de demostración. Recorrimos las instalaciones, hicimos un poco de cardio en la escaladora y caminadora. Despues caminé al muro de escalar. Regresé, y entré a la alberca.

Cuando fui a los vestidores para dejar mis cosas, hubo un extraño momento. Como si tuviera trece años otra vez. Cambiándome la ropa en el curso de verano del Club Deportivo Coyoacán. Definitivamente me gustaban las regaderas. ¿Habré sentido culpa alguna vez? Me gustaba mirar a todos los que estaban ahi. Era una extraña sensación de vergüenza mezclada con plenitud. Era como estar en el paraiso, pero que no te lo merecieras. Y además no tenía nada de sexy porque para ellos no era nada anormal.

Para mi lo era. Era como sentir una pulsión. Como un a necesidad de tener una orgía inmediata entre el vapor y el agua. Pero eso no lo sabes a los 9. A los 13 quizá lo empiezas a intuir y tu cuerpo te delata. Cuando otro más abusado o más grande que tú se da cuenta de tu diferencia y se acerca para tocarte sólo piensas en salir corriendo y que hiciste algo mal.

Y te empiezas a preocupar porque llevabas meses con erecciones diarias a todas horas y era normal. Pero llevas dos días en que solo lo logras entre sueños. Eso quiere decir que no todo está mal. Que solo es el miedo. Que alguien reprimido intenta castrar tus instintos. Decides que no está mal ni te da miedo, ni culpa. En ese momento cierras el locker y estás desnudo y libre y controlas tu erección y todos observan tu cuerpo bien formado. Y tu finjes, con la toalla en el cuello. Te muestras heterosexual pero por dentro tu cuerpo te quema. Y en la regadera solo te puedes imaginar cosas y cierras los ojos para pensar en algo más.

Pero te descubres solo. Son las 10 de la mañana. La mayoría de la gente ya se fue a trabajar. Estas desnudo, mojado y caminas con tu libertad hacia el vapor. Te sientas, te quitas la toalla. Tienes la erección más dura que has sentido en tiempo. Te mojas la cara con tu botella de agua helada. Y alguien entra. Pero para entonces tu mente esta muy lejos, tanto, que no sientes cuando entrá otro hombre, desnudo mojado. Se acerca a ti y te toca, te lame, te empieza a comer, te despiertas y entra otro. Descubres que ahora sí estás en el paraíso, que te lo mereces. Que la dieta y los meses haciendo ejercicio han valido la pena. Sabes que es tarde, tu celular sonará, tu jefe te busca. Pero estas cobrando tu venganza. Entra alguien más y se une y ahora te toca incluirlo en la fiesta alguien pone toallas en el suelo, otro sube el vapor. Alguien te toca, otro te chupa, besas a alguien más y nadie los ve. Es su momento, su venganza. Su sueño y pulsión reprimida desde los trece.

Y entonces tienes 13 otra vez. O nueve, entra tu entrenador y lo ves con mirada lasciva mientras le chupas la verga parada a uno de veinte. Aunque se intimida, sabes que cederá, lo disfrutas, lo invitas a la fiesta. Quieres penetrarlo, se hinca ante ti como pidiendo perdón. Con cara de sollozo o de cachorro. Dentro de su boca hay tres miembros incluido el tuyo.

Te quitas, ya terminaste. Sonríes tomas las llaves y sales. Te das una ducha final. Te secas en tu desnudez, sientes que has cobrado venganza, te sientes tan fuerte que piensas que nadie te puede tocar.