18 may 2007

Pequeños y grandes éxitos

Casi todos ustedes han recibido mi famoso mail de fin de año. Y casi todos me reclamaron el no-envío del dichoso en aquel 2006 (ese que terminó hace casi 6 meses). A los que me reclamaron que no les copié, no, no les copié. Ni siquiera lo escribí. Estaba en un momento de mucha agitación personal, laboral. Todo era bizarro y no sabía si seguiría en ese trabajo. Salía a la tres de la mañana casi diario dormía de 4 a 5 horas. Seguía inmerso en la computadora y escribía y escribía y escribía y aprendía y lloraba y me quejaba y ya casi no quería seguir.

Después en ese fin de año vinieron unas largas vacaciones y desde entonces comencé a girar como un reloj y a cerrar todos los ciclos pendientes que tenía en ese momento. Y a abrir nuevos, como dar clases, cambiar de chamba, redefinir el camino, volver a empezar con amigos, acercarme a otra música y a otras costas, planear viajes, cambiar rumbos, romper rutinas y alejarme de la demencia. Esa que se genera cuando nada cambia.

Mi recamara se llenó de objetos nuevos, objetos insatisfechos, revistas multifacéticas, historias increíbles pero verdaderas, boletos de conciertos, boletos de cine, litros y litros de cafe o vino, cenas en la buena tierra, recibos de libros y más libros; discos y dvds; de historias que ustedes llenaron, lágrimas que limpiaron, sonrisas que compartieron, viajes que comenzaron. Personajes que conocieron, enojos que explotaron y el miedo a los 30, ese que sentimos todos, ese que no quisimos dejar entrar y omitímos en cada reunión.

A otros, los treinta les llegaron antes y algunos los volvieron a festejar. Otros comentaron lo bueno que es darle treinta vueltas seguidas al sol. Otros esperan a que los sietes se junten para llegar a ese momento. A mí, me falta todavía un año y me falta un mes para los 29; pero nunca me hubiera imaginado que en este momento podría escribir una antología. Que ni soy cantante ni tengo la trayectoria artística, pero ya saben como soy cursi hasta la pared de enfrente. Chillón, loco. Y ahora estoy terminando de imprimir mi reporte de experiencia profesional para titularme como lic. y escribí como 5 cuartillas de agradecimientos, que ya en su momento leerán. Y por fin terminé de pagar mi deuda de la universidad y estoy por presentar el examen y por hacer la preboda tan anhelada. Ya viví solo, ya tengo coche, ya se manejar y viajar al extranjero solo... creo que comienza el primer año de dejar de hacer cosas por primera vez y eso ha sido un aprendizaje inolvidable en este año. Una lección que no puedo dejar de compartirles.

Gracias por estar conmigo debajo de la luna y junto al bote verde. Por sentir terror y pánico en la vuelta de eje cinco y la viga desllantados, por ayudarme a que no se sobrecalentara el coche en plena Condesa, por llevarnos a la agencia 4 horas después con café en mano. Por escoger Acapulco como el cierre de las infinitas catástrofes del Monday, por mi outfit Abercrombie lleno de grasa. Con ustedes he pasado las lecciones más importantes, esas que te enseñan a sobrevivir (I will Sur-Drive). A unos se las conté, otros me ayudaron, con mensajes con crédito, con compañía con buena vibra con regaños.

A otros casi no me tocó verlos este año. Aunque fuera de lejitos nos enterabamos pero ustedes saben que los traigo siempre en mi mente y que si te llega este mail es porque aqui estuviste, cerquita. Esperándome, pensándome.

Mañana salgo de viaje, dos semanitas de merecidas vacaciones. Regresando será mi examen profesional. Es probable que tenga que salvar un poco de dinero para compartirles esta fiesta. Porque no soy fan de los festejos, los años te hacen crecer y el pelo se te cae y te salen arrugas. Pero también llega un momento en que hacerlo ya no es problema. Es parte del río que fluye, de las vueltas al sol y de entender que no tiene porque ser algo malo. Al contrario, en verdad se siente genial.

Estamos donde queríamos estar.

Será justo antes de los 29 y justo después de convertirme en lic. Regresando les llegaran los datos precisos de la celebración, pero por ahora solo quiero agradecer su compañía. Sus ratos, sus lecciones.

Y es así como un año más acaba. Pasa pero no pasa. Aunque no lo creamos ya hicimos una serie de pequeños y grandes éxitos. Ahí están, en nuestras manos, en nuestros anhelos en nuestras historias y en nuestras vidas constantes. Los milagros no radican en cosas extraordinarias sino en descubrir lo grande en lo pequeño. De descubrir ese éxito en seguir nuestros caminos, esos que a nadie más le sirven. Sólo a nosotros.

Perdón por no copiarles antes, pero mi año termina en este día y mañana empieza algo nuevo, algo que no se a donde me lleve algo que hace crecer y hace que la magia de no crecer permanezca.

Feliz 2007
los quiere, Aldo. Besos.