De chavito me imaginaba que una enfermedad mortal me iba impedir llegar a los 30. Luego, al ver la 2a temporada de Queer as Folk (en donde Brian quiere tener el orgasmo de su vida, asfixiandose un poco al mismo tiempo que se masturba, sì muy a la Michael Hutchence)descubro que para muchos, los 30 son el sinónimo de la muerte gay.
No era suicidio, era morir en el éxtasis de un beso imaginario. 29, guapo, joven, soltero, publicista, destacado caballero, codiciado soltero. Brian, el joven protagonista toma la burda idea de la bonita cultura gringa. Después de los 30 engordas, pierdes la belleza, la juventud, el sexo.
Pero creo que en México, esto esta un poco fuera de la realidad. Es de hecho todo lo contrario.
Los 30 aquí, son como los 18 allá. O mejor, es la secundaria con dinero.
Nos mudamos, vivimos solos, más lana, responsabilidad, yoga, gym, decisiones, los papás ya no influyen, te caes, te pegas, te duele, ¡que rico!, la cagas, la vuelves a cagar, viajas, conoces gente, la familia sigue, los amigos cambian, crecen, mutan, evolucionan contigo: se quedan, se van, vuelven, ríen, se emborrachan contigo.
Disfrutas el nuevo poder. Conservas la magia, te vuelves más sabio, maduras, conservas al niño interior y te sientes tan vulnerable como siempre, pero tan fuerte que piensas...
No, en México no es la muerte gay. Es como alcanzar la victoria. Es la guerra de independencia. Es desterrar a la madre patria y vivir con su herencia. Es aventarte con la bandera enredada en el cuerpo por el precipicio, es respirar en el amanecer. Es aceptar, amar, entregar, dejar de desear.
Descubrir que tienes todo y que no tienes nada. Despegarte, construirte, enseñarte, volar.
Este soy, aquí estoy, pleno, consciente. iguales, inseparables.
Con mis maestros de vida, mis alumnos, mis constantes, mis variables, mis leyes de atracción, mis soldados de guerra, mi primer batallón de infantería, mis tormentas, mis fantasías, mis debrayes, mis viajes, mis playas: mis compañeros de ruta.
Los amo.
junio de 2008
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